aritos de
oro me
espantan a
cagar me
llenan de
escalofríos con su
metal que
nunca se
calienta y que
me
rasguña la
piel hasta
atravesarla como una
espuela afilada
vaca sagrada en el
corral del
orgullo fálico al
final de una
buena producción
premio al
mejor postor en el
mercado