esas
lunitas transparentes que se
ven en la
mañana como
migas después de la
once a
punto de
desaparecer de
ser barridas con
algún aliento si les
quitas la
vista de
encima son las que
caminan con
andador entre las
estrellas tragándose las
sombras que se
se le
escapan al
sol hasta
juntar fuerzas suficientes para la
noche se
bañan en
sangre al
atardecer
hechizo de
luces para
gotear cada centímetro de
cielo en las
pupilas de
cualquiera que las
quiera mirar