pensaron que la revolución la harían los hombres
y se equivocaron como siempre
ellos no conocen la rabia
ni el sabor de las palabras amargas
dichas con intensiones nefastas
ellos decían
que nos quejábamos por nada
y los malos ratos hechos de nada
se fueron acumulando como gotas
hasta adquirir el color de la sangre
y el recuerdo de las venas de todas nosotras
ahora les asustan
se ofenden porque ya no queremos morir
ni tener miedo
en el reino de los hombres
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