miércoles, 21 de noviembre de 2018

Luna

La Luna es la madre de todas las sirenas. Ella es una sirena del cielo, tan poderosa, que mueve el mar para todas sus hijas. Puede nadar incluso allá arriba, donde no hay aguas ni algas de las que vivir. 
De las suaves ondas de la Mar y la Luna, se forman los huevecillos de donde nacen las sirenas. Por eso se dice que la Luna es la primera madre de todas las criaturas bajo el mar, pero las sirenas son especiales para ella, porque son las que más se le asemejan. 
Las sirenas le rinden culto continuo a la Luna, le rezan al despertar y antes de irse a dormir. Hay muchas historias relacionadas a la Luna, pero la más extendida cuenta sobre cómo era parte de una tribu de sirenas antiguas, que no solo tenían cola sino también alas en los brazos y alcanzaban tamaños que, ahora, resultaban inimaginables. Criaturas míticas de tiempos pasados, de las que solo se tenía conocimiento a través de las historias que se pasaban de generación en generación.
Estas sirenas enormes, habrían sido destruidas hace miles de años, cuando las estrellas se azotaron contra la tierra en un afán vengativo del que no se posee registro. Sin embargo, Luna, la más poderosa de ellas, logró sobrevivir en el espacio y decidió quedarse a una distancia prudente de la tierra con la intención de vigilar el que antes había sido su hogar.  
Cuando vio que nuevas sirenas comenzaban a nacer y a poblar los mares cambiantes en el planeta en que antes había vivido, se propuso velar por ellas. Les dio luz en la oscuridad de la noche, alimento que producía jugando con la Mar, les dio fuerzas cuando aparecieron los humanos y trataron de encontrarlas.
La Luna es la benefactora primera de todas las sirenas, todas lo saben allá, en el mar.